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A Prayer of Bishop Goff in the Face of the Continuing and Uniquely American Plague of Gun Violence

Jun 17, 2022 | News Releases

By the Rt. Rev. Susan E. Goff

Holy God
God of Peace
God of Justice
Giver of Life,
We mourn, we lament, we rage
as the scourge of gun violence
in our land continues unabated,
as the uniquely American
plague of gun violence slaughters
our siblings, our parents, our children.
Just last evening it struck in an Episcopal Church
during a potluck supper.
Many in the Diocese of Virginia
know the rector and people of
St. Stephen’s in Vestavia Hills, Alabama.
We know how they gathered last night
when random and senseless violence
changed their world.
We know because we gather as they did
to enjoy the ordinary ministry of community.

Every time the sin and evil
of gun violence strikes,
we are traumatized again.
And again,
because those killed and injured
are our family.
They are us.

God, we mourn, we lament, we rage.
We organize and march.
We write our Senators and Congress members.
We go to Washington and meet with them in person.
We engage the legislative process and the gun lobby
through Bishops United Against Gun Violence,
our Episcopal Church Office of Government Relations
and the Episcopal Public Policy Network.
We adopt General Convention resolutions.
We wear orange stoles and orange clothes
as a sign of our commitment.
We gather and vote and listen and learn.
And we pray. Oh, how we pray.
For hope. For faith.
For an end to this brutal bloodshed.

And still so little seems to change.
We feel helpless in the face of a culture
that chooses the right of an individual to bear arms,
any and all arms without restriction,
over the right of all people to life, liberty
and the pursuit of happiness.
We fall prey to hopelessness
when members of our human family
are slaughtered day after day, week after week.

But we are not helpless.
We are not without hope.
We hope in you, powerful God, to turn the tide,
To help us turn the tide of public opinion at last.
To turn the tide of what we Americans will tolerate.
To turn the tide of our uniquely American
love affair with guns into a love affair with life.
To turn the tide as we make distinctions between
gun ownership and gun violence
so that this scourge will end at last.

Save us from helplessness.
Save us from hopelessness.
Teach us how to be your partner
in turning the tide
for the sake of Life.

Amen.

 

 

Una oración de la Obispa Goff ante la continua y notoriamente norteamericana plaga de violencia armada
Santo Dios
Dios de la Paz
Dios de la Justicia
Fuente de la Vida,
Lloramos, lamentamos, nos enfurecemos
ante el flagelo de la violencia armada
que continúa sin disminuir en nuestra tierra,
mientras la notoriamente norteamericana
plaga de violencia armada mata brutamente a
nuestros hermanos, nuestros padres, nuestros hijos.
Ocurrió apenas ayer por la tarde en una Iglesia Episcopal
durante una cena compartida.
Muchos en la diócesis de Virginia
conocen al rector y los feligreses de
St. Stephen en Vestavia Hills, Alabama.
Sabemos cómo se reunieron anoche
cuando la violencia sin sentido e inesperada
cambio el mundo donde viven.
Lo sabemos porque nosotros nos reunimos como ellos
para disfrutar el ministerio ordinario de la comunidad.

Cada vez que aparece el pecado y el demonio
de la violencia armada,
volvemos a sufrir el trauma.
Y de nuevo,
debido a que los muertos y heridos
son nuestra familia.
Ellos son nosotros.

Dios, lloramos, lamentamos, nos enfurecemos.
Nos organizamos y marchamos.
Escribimos a nuestros Senadores y miembros del Congreso.
Viajamos a Washington y nos reunimos con ellos personalmente.
Enfrentamos al proceso legislativo y los promotores de armas
a través de Obispos Unidos Contra la Violencia Armada,
nuestra Oficina de Relaciones Gubernamentales de la Iglesia Episcopal,
y la Red Episcopal de Políticas Públicas.
Adoptamos resoluciones en la Convención General.
Usamos estolas naranja y ropa naranja
como signo de nuestro compromiso.
Nos reunimos y votamos y escuchamos y aprendemos.
Y oramos. Oh, cómo oramos.
Por la esperanza. Por la fe.
Por el fin de este brutal derramamiento de sangre.

Y a pesar de todo, tan poco parece cambiar.
Nos sentimos inmóviles ante una cultura
que elige el derecho de un individuo de portar armas,
cualquiera y todas las armas sin restricción,
en lugar de la libertad de todas las personas a la vida, la libertad
y la búsqueda de la felicidad.
Nos abruma la desesperanza
cuando miembros de nuestra familia humana
son mutuamente exterminados día tras día, semana tras semana.

Pero no nos sentimos impotentes.
No nos falta la esperanza.
Porque esperamos que Tú, Dios Todopoderoso, cambies el rumbo,
Que nos ayudes a finalmente cambiar la opinión pública,
A cambiar el rumbo de lo que tolerarán los norteamericanos.
A cambiar el rumbo de nuestro entusiasmo notoriamente norteamericano
por las armas por nuestro entusiasmo por la vida.
A cambiar el rumbo al establecer la distinción entre
ser dueño de un arma y la violencia armada
para que esta plaga desaparezca para siempre.

Sálvanos de la impotencia.
Sálvanos de la desesperanza.
Enséñanos a ser tus compañeros
para cambiar el rumbo
para beneficio de la Vida.

Amén.